viernes, 27 de marzo de 2020

Obras Literarias: Memorias del subsuelos (3)


Otro viernes ha llegado y le presentamos la tercera entrega de "Memorias del subsuelo",obra maestra de Fiodor Dostoyevski. Memorias del subsuelo es una novela corta organizada en dos partes. La primera, dividida en once capítulos breves y titulada "El Subsuelo", consta básicamente de un monólogo interior del protagonista, un miserable funcionario frustrado, antiheróe contradictorio, enfermizo y excitable, que dirige su charla a un público inexistente. Según el propio autor, en una pequeña introducción que encabeza la obra, su propósito fue "presentar al público, con mayor relieve que otras veces, un carácter de tiempos pasados pero recientes. [...] dicho individuo se presenta a sí mismo, expone sus puntos de vista y, al parecer, quiere explicar las causas que han originado y han hecho inevitable su aparición en nuestro medio".


V
¿Puede sentir verdaderamente algún respeto por sí mismo el que se ha dedicado a descubrir cierta voluptuosidad en el convencimiento de su propia humillación? No habla en modo alguno inspirado por un remordimiento pueril. Detesto decir: «¡Perdóname, papá; no lo volveré a hacer!». No porque sea incapaz de pronunciar estas palabras, sino quizá por todo lo contrario: porque soy demasiado capaz de pronunciarlas. Y, como si lo hiciese adrede, me precipitaba hacia delante precisamente cuando no tenía nada en absoluto que ver con el asunto.
Esto era lo más repugnante. Y entonces me enternecía, me lo confesaba todo, lloraba y, al fin, me engañaba a mí mismo, aunque sin intención, pues era mi corazón el que me hacía estas jugarretas. En estos casos, ni siquiera podía echar la culpa a la naturaleza, a esas leyes que me han hecho sufrir tantas vejaciones en el curso de mi existencia.

 Es penoso acordarse de estas cosas, que, además, eran sumamente penosas en el momento en que ocurrían. Pero basta que transcurra un minuto para que me enfurezca al advertir que todo esto es mentira, una mentira innoble, una comedia infame. ¡Esa contrición, ese enternecimiento, esos propósitos de vida nueva!... Ustedes me preguntarán por qué me torturaba, por qué me retorcía tan cruelmente. Respuesta: porque me aburría permaneciendo con los brazos cruzados. He aquí por qué me entregaba a semejantes contorsiones. Era esto, se lo aseguro a ustedes. Obsérvense a sí mismos con atención, y comprobarán que las cosas ocurren precisamente así. Yo me imaginaba aventuras y me creaba una existencia fantástica para vivir fuera como fuese. ¡Cuántas veces, por ejemplo, me he enojado sin motivo, sólo por enojarme! Yo era el primero en saber que me irritaba en frío, pero que me iba enardeciendo, y llegaba a encolerizarme sinceramente.

Siempre me han gustado estas cosas. Tanto, que acabé por perder el dominio de mí mismo. Una vez, incluso dos, traté a toda costa de enamorarme. Y hasta llegué a sufrir, palabra. Uno, en el fondo, no cree en su sufrimiento, casi se ríe, pero, a pesar de todo, sufre, y muy de veras. Está celoso, está fuera de sí... Y la causa de todo esto, señores, es el aburrimiento: la inercia nos aplasta. El fruto legal, el fruto natural de la conciencia es, en efecto, la inercia: nos cruzamos de brazos conscientemente. Ya he hablado de esto. Ahora lo repito, lo repito una vez más: todos los hombres activos, son activos porque son obtusos y mediocres. ¿Cómo se explica esto? He aquí la explicación: debido a su estrechez de espíritu, toman las causas secundarias, inmediatas, por las principales; y mucho más fácilmente, mucho más rápidamente que los no obtusos, se imaginan haber encontrado las razones sólidas, fundamentales, de su actividad. Y así se tranquilizan, que es lo principal. Pues para poder obrar hay que conseguir de antemano una perfecta tranquilidad y no tener el menor resto de duda. Pero ¿cómo puedo conseguir yo esta tranquilidad de espíritu? ¿Dónde puedo hallar los principios fundamentales sobre los que levantar mi edificio? ¿Dónde está mi base, adónde puedo ir a buscarla? Me entrego al pensamiento. Dicho de otro modo, en mí, toda idea provoca inmediatamente otra, y así continúa sucediendo hasta el infinito. Tal es la esencia de todo pensamiento, de toda conciencia. Nos volvemos, pues, a encontrar ante las leyes de la naturaleza. ¿Con qué resultado? ¡Éste es siempre el mismo, recuérdenlo! Les he hablado hace poco de la venganza (y estoy seguro de que ustedes no han llegado al fondo de la cuestión).
Dicen que el hombre se venga porque considera que esto es justo. Éste ha encontrado, pues, el principio fundamental que buscaba: la justicia. Está, por lo tanto, completamente tranquilo y se venga con gran serenidad y pleno éxito, persuadido como está de que realiza una acción justa y honrada. pero yo no veo en la venganza nada justo ni bueno; en consecuencia, si trato de vengarme es por pura maldad. Evidentemente, la cólera podría vencer todas las vacilaciones y, por lo tanto, desempeñar con éxito el papel de esta razón fundamental, precisamente porque no puede ser considerada como tal razón. Pero ¿qué le vamos a hacer, si no soy lo suficientemente malvado? (Ya lo vengo diciendo desde el principio.) Mi cólera está sometida a una especie de descomposición química, en virtud precisamente de esas malditas leyes de conciencia. Apenas distingo el objeto de mi odio, he aquí que éste se desvanece, los motivos se disipan, el responsable se volatiliza, el insulto deja de ser insulto y se presenta como obra del destino, como algo semejante a un dolor de muelas, al que todo el mundo está expuesto. y entonces mi único consuelo es romperme los puños contra la pared. En la imposibilidad de encontrar las causas primeras, renuncio, pues, a mi venganza con un desdén afectado. ¡Ah, si tratase uno de abandonarse a sus sentimientos, ciegamente, sin reflexión alguna, sin buscar ninguna razón, alejando de sí toda conciencia, aunque no fuera más que por algún tiempo!... ¡Entonces la cosa sería muy distinta! ¡Maldice o adora, pero no estés con los brazos cruzados! Desde el día siguiente te despreciarás por haberte engañado a ti mismo a sabiendas. Resultado final: pompas de jabón, inercia... ¡Ah, señores!, es posible que me considere inteligente en extremo por la única razón de que en mi vida no he logrado empezar ni acabar nada. No soy, pues, más que un charlatán, un inofensivo charlatán, un pesado como todos nosotros. Pero ¿qué le voy a hacer, señores, si el destino del hombre inteligente es charlar, es decir, verter agua en un tamiz?
(Continuará)

domingo, 22 de marzo de 2020

Las mejores tapas de Leoplán

Los domingos vamos a mostrarles las mejores tapas de la inolvidable versión en papel de Leoplán, que estuvo presente en tantos consultorios médicos y en cada casa de los argentinos, entre 1934 y 1965.
Esta es la tapa del 7 de julio de 1948. En este número: Una obra famosa: Un enviado del cielo, de Robert Nathan ////////// La confesion, de Angel Mazzei ////////// Crimen a bordo, de Theodora du Bois //////// Sal, de Alberto Iglesias //////// La mancha, de Juan Fentanes 
Esta es la tapa del 16 de junio de 1948. En este número: Una obra famosa: El ultimo perro, de Guillermo House ///////// Cuentos: Yum-Yum Emperatriz, de Walter Steward /////// El Pugilista, de Jack London //////// El hombre de arriba, de William Irish /////// La libreta del borracho, de Juan Garcia Orozco
Esta es la tapa del 16 de julio de 1941. En este número, se presenta de forma principal la obra Colomba, de Prospero Merimee ////////// Cuentos: El Cabecilla de Jacinto Ramos ////////// Carola, por Dinorah Olmos ///////// Como se engaña a las mujeres, por Teodoro de Banville ///////// Un Jugador, por Paul Bouget .        

sábado, 21 de marzo de 2020

Historietas: Clemente (1)


Los sábados presentamos distintas historietas para coleccionar.  En esta ocasión le presentaremos un clásico como Clemente. Creado por Caloi, trascendió generaciones y fue un icono tanto del Mundial 78 que se disputó en Argentina como en el Mundial Italia 90, en donde se inmortalizó el hincha de Camerún, luego del partido debut de ese mundial entre la selección nacional y la africana, con derrota del conjunto albiceleste por 1-0. 
El año pasado se inaguró la Plaza Clemente en el barrio de Colegiales, en las intersecciones de Conde, Martínez, Concepción Arenal y Dorrego, vecina a la Plaza Mafalda. Clemente fue creado el 8 de marzo de 1973 y se publicó periodicamente en el diario Clarin hasta el 22 de septiembre del 2012.





lunes, 29 de julio de 2013

Entrevistas: Hoy, Acero Cali

Otro lunes a llegado con todo lo que eso implica. Por suerte tenemos para ofrecerle otra jugosa entrevista, realizada para la revista Ahora del Diario Crónica hace más de un año. Aca te contamos los pensamientos y vivencias del luchador de kick boxing, Jorge "Acero" Cali. 

- Contanos como es vivir en un barrio cerrado...
- Es lo mismo que hacerlo cualquier otro lugar. Lo único que te da es la tranquilidad de saber que los vecinos los conoces, que estas monitoreado y asi sabes quien entra y quien sale. Pero de la manera que me muevo yo es igual que vivir en Ciudadela, no he cambiado en nada mis hábitos.
- ¿Es más seguro vivir ahí?
Si, hay control más que nada. La seguridad es saber que hacer y como moverte, creo que pasa por ahí.
- ¿Cuáles fueron los motivos para irse a un barrio cerrado?
- Estaba viviendo en Ciudadela, me fui a capital y viví casi 8 años en un hotel, después me fui a Palermo y luego por una serie de inversiones compramos unos lotes, hice una pecera y me metí adentro como un pescado.
- ¿Tenes gimnasio propio en tu casa?
- Así es. Me hice uno de casi 80 metros cuadrados.
- ¿También coleccionas autos?
- No sé si llega a ser una colección, pero me gustan los autos deportivos y tengo un par.
- Es un hobby caro ¿cómo haces para sobrellevarlo?
- Como cualquier hobby, con conciencia y cada vez que se puede uno invierte. Yo soy una persona que hace muchos negocios, soy representante de deportistas, traje a Mike Tyson a la Argentina. Siento que hago algo más que representar, gracias a mi Diego Maradona conoció a Tyson y viceversa. Soy el Julián Weich del kick –boxing. (risas)
- Cuando te retires ya tenes trabajo para hacer.....
- Hace más de 10 años que lo tengo. Yo trabajo desde los 6 años, juntando cartón, haciendo de chofer, cortando pasto y trabajando en la estación de servicio. Nunca me falto plata porque siempre labure, estoy acostumbrado a eso. Hice varios negocios, los buenos negocios son los peores porque uno cree que sabe y los malos negocios son los mejores porque uno aprende a hacer buenos negocios a futuro
- ¿Cuales son las ventajas y desventajas de salir en la tele? Porque vos era muy conocido en el deporte , pero ahora tal vez lo sos más a nivel popular.....
- Antes no me conocían más que los deportistas ,hoy hablas de “Acero Cali” y la señora que hace fideos me conoce muy bien. Eso te da una ventaja en cuanto a las peleas, pero yo no soy un cinturón colgado, utilizo el kick –boxing para que me abra otras puertas y para difundir el deporte cada vez más, antes ni sabían como escribirlo y cada vez es más conocido. Abrí la cabeza de la gente para que el arte marcial entre en las casas de todas las personas. De alguna manera creo que fui el precursor de el kick - boxing. Luego nos metimos a UFC, que para mi es una disciplina muy agresiva , cuando ya esta desmayando el peleador , hay que frenar la pelea , no me gusta eso de seguir hasta no dar más literalmente hablando.
  • ¿A que boxeador admiras?
- A ninguno. Me gustan las buenas peleas, no boxeadores en particular, cuando dejan todo adentro del ring. Hubo peleas de Micke Tyson que tuvo grandes definiciones y hubo otras de Mohamed Ali que no me gustaron. Yo creo que las peleas son únicas y hay que calificarlas como tales.
- ¿ Que diferencias hay entre un boxeador y un luchador de Kick –boxing?
- El boxeador tiene una cultura mucho más desarrollada, es un deporte que tiene mucho más tiempo. Las artes marciales si bien son milenarias, no lo son a nivel profesional. Un luchador no esta acostumbrado a que le peguen en la cara, un boxeador si, por eso le dicen narices chatas.
- ¿ Cómo es tu rol de padre?
- Bien. Estoy en todos los actos que hay en el jardín, desayuno y ceno con ellos. Siguen llegando los reyes y papa Noel, todo normal.
- ¿Cómo termino la relación con la “Hiena” Barrios?
- Con el nunca hubo relación. Lo vi tres veces en mi vida, una vez en “Fútbol para todos” por Fox Sports y la segunda vez cuando me bailo un malambo en la Ferrari. La tercera vez que lo vi fue en un juzgado. Me preocupa que un tipo que tenía tanta popularidad, no haya podido enseñar nada positivo a los jóvenes. El es más peligroso fresco que borracho, borracho esta justificado, fresco es un tarado.
- ¿Te consideras un ejemplo para los jóvenes que se inician en el deporte?
No, el único ejemplo de los chicos son los padres. Espero ser el ejemplo de mi hijo. Es mucha responsabilidad y no me gustaría fallarle a nadie. Quiero ser quien parezco ser, estoy cómodo como soy, ni me vuelve loco la cámara ni las luces, como en los mismos lugares que hace 20 años y sigo con la misma gente.

sábado, 18 de mayo de 2013

Historietas: Mafalda (1)

Los sábados les presentaremos distintas historietas para coleccionar.  En esta ocasión le presentaremos un clásico como Mafalda. Cabe destacar que dicha historieta empezó a salir en la histórica revista Leoplán, obviamente de la mano de su creador Quino.

Mafalda es un clásico totalmente argentino. La historieta tiene su plaza en colegiales, entre las calles Conde, Matienzo, Concepción Arenal  y Delgado. Además supera el millón de libros vendidos, constituyendo un hito en la historia de las historietas argentinas. En esta ocasión les brindaremos algunas historietas de la clásica y tan querida Mafalda. 



viernes, 17 de mayo de 2013

Obras literarias: Memorias del subsuelo (2)

Otro viernes ha llegado y le presentamos la segunda entrega de "Memorias del subsuelo",obra maestra de Fiodor Dostoyevski. Memorias del subsuelo es una novela corta organizada en dos partes. La primera, dividida en once capítulos breves y titulada "El Subsuelo", consta básicamente de un monólogo interior del protagonista, un miserable funcionario frustrado, antiheróe contradictorio, enfermizo y excitable, que dirige su charla a un público inexistente. Según el propio autor, en una pequeña introducción que encabeza la obra, su propósito fue "presentar al público, con mayor relieve que otras veces, un carácter de tiempos pasados pero recientes. [...] dicho individuo se presenta a sí mismo, expone sus puntos de vista y, al parecer, quiere explicar las causas que han originado y han hecho inevitable su aparición en nuestro medio".



III
¿Cómo ocurren las cosas en los que son capaces de defenderse y algunos incluso de vengarse? Cuando el deseo de venganza se apodera de ellos, no hay espacio en su espíritu más que para ese deseo. 
Se lanzan hacia delante en línea recta, baja la cabeza, como toros furiosos, y sólo se detienen cuando llegan 
ante un muro. Por cierto, que, ante un muro, estos señores, estos seres sencillos y espontáneos, los hombres 
de acción, se desmoronan y ceden con toda sinceridad. Para ellos, este muro no significa en modo alguno lo 
mismo que para nosotros, que pensamos y, por consiguiente, no obramos; es decir, no es excusa. No, para ellos no es en modo alguno un pretexto que les permite desandar lo andado, pretexto en el que nosotros no solemos creer pero del que nos aprovechamos gustosos. No, ellos ceden de buen grado. El muro es a sus ojos un tranquilizante; les ofrece una solución moral definitiva, e incluso me atrevería a llamarla mística.  Pero ya volveremos a hablar de este muro. 
Pues bien, precisamente es este hombre sencillo y espontáneo el que considero normal por excelencia, el hombre en que soñaba nuestra tierna madre naturaleza cuando nos puso amablemente sobre la tierra. Envidio a ese hombre. No niego que es tonto. Pero ¿qué saben ustedes de esto? Es posible que el hombre normal haya de ser tonto. Incluso es posible que sea hermoso. Y esta suposición me parece más justificada si observamos la antítesis del hombre normal, es decir, al hombre de conciencia refinada, al hombre salido 
no del seno de la naturaleza, sino de un alambique (esto es casi misticismo, señores, pero me siento inclinado hacia esta sospecha). Entonces vemos que este hombre alambicado se esfuma a veces ante su antítesis, hasta tal punto y cede tanto, que, a pesar de todo el refinamiento de su conciencia, llega a considerarse no más que como un ratoncito. Es quizás un ratoncito de extremada clarividencia, pero no por eso deja de ser un ratón y no un hombre, mientras que el otro es en verdad un hombre. En fin, lo peor es que él mismo se considera un ratón, ¡él mismo! Nadie pide que lo confiese. Es un detalle muy importante. 
Veamos, pues, a este ratoncito en acción. También él se siente ofendido (esta sensación es casi continua)  y pretende vengarse. Es posible que se acumule en él más rabia aún que en l'homme de la nature et de la vérité. El deseo cobarde y mezquino de devolver mal por mal a quien le insulta lo corroe, tal vez incluso  más violentamente que a l'homme de la nature et de la vérité, porque éste, en su estupidez natural, considera su venganza como una acción perfectamente justa y, en cambio, el ratoncito no puede admitir la justicia de tal acto a causa de su superior clarividencia. Pero llegamos al fin al acto mismo, a la venganza. Además de la villanía inicial, el desgraciado ratón ha amasado en torno de él, en forma de dudas y 
vacilaciones, tantas nuevas villanías, ha añadido a la primera pregunta tantas otras sin respuesta posible, que, haga lo que haga, crea alrededor de su persona un fatídico lodazal, un pantano pestilente y cenagoso, formado por sus vacilaciones, sus sospechas, su inquietud y todos los salivazos que le arrojan los hombres de acción que le rodean, le juzgan, le aconsejan y se ríen de él a mandíbula batiente. Entonces, naturalmente, lo único que puede hacer es abandonarlo todo, aparentando desprecio, y desaparecer vergonzosamente en su agujero. Y allí, en un sucio y pestilente subterráneo, el insultado, apaleado y escarnecido ratón se zambulle lentamente en su rabia fría, envenenada y, sobre todo, inextinguible. 
Durante cuarenta años recordará la afrenta recibida, con sus detalles más humillantes, a los que irá añadiendo otros más vergonzosos aún, excitándose perversamente, atizando el fuego de su imaginación. Se sentirá avergonzado, pero evocará todos los detalles, pasará revista a todas las circunstancias, inventará otras con el pretexto de que habría podido producirse, y no perdonará nada. Incluso es posible que trate de vengarse, pero a hurtadillas, en pequeñas dosis, de incógnito, sin ninguna confianza ni en su derecho ni en el éxito de su propósito y dándose clara cuenta de que sus tentativas de venganza le harán sufrir a él mucho más que a aquel contra el que van dirigidas y que probablemente ni siquiera se enterará. En su lecho de muerte lo recordará todo de nuevo, añadiendo los intereses devengados, y entonces... Pero precisamente esta mezcla abominable y helada da esperanza y desesperación,
precisamente este enterramiento voluntario, esta existencia de emparedado viviente, esta ausencia (claramente percibida, pero siempre dudosa) de toda solución, este cúmulo de deseos insatisfechos que no han hallado salida, de decisiones febriles tomadas para siempre pero seguidas inmediatamente por los remordimientos; todo esto es lo que detalla precisamente esta voluptuosidad extraña a la que me he referido 
antes. Esto es algo tan sutil generalmente, tan difícil de captar, que la gente mediocre -e incluso,simplemente, aquellos que poseen unos nervios bien templados- no comprende ni jota. «Tampoco comprenderán nada de eso -me dirán ustedes tal vez, burlonamente-, los que nunca hayan sido abofeteados.» Así, ustedes me darán a entender cortésmente que he recibido una bofetada y que hablo con conocimiento de causa. Apuesto lo que quieran a que lo han pensado. Pero tranquilícense, señores, no he sido abofeteado, y, por lo demás, lo que puedan ustedes pensar respecto a este asunto me tiene completamente sin cuidado. Tal vez soy yo quien lamenta haber repartido pocas bofetadas durante mi vida. 
Pero ¡basta! ¡Ni una palabra más sobre este tema, por mucho que les interese! Continúo, pues, hablando con toda calma de las personas de nervios bien templados que no saborean 
ciertas sutiles voluptuosidades. Aunque estos señores mujan como toros en algunos casos y se enorgullezcan de ello, se desmoronan, como ya he dicho, ante lo imposible: ante la muralla de piedra. Pero ¿qué muralla es ésa? Evidentemente, son las leyes naturales, los resultados de las ciencias exactas, de las matemáticas. Si les demuestran a ustedes, por ejemplo, que descienden del mono, será inútil que tuerzan el gesto: tendrán que aceptarlo. Si les prueban que una sola gota de su propia grasa debe ser más estimable para ustedes que cien mil del prójimo y que a eso van a parar todas las virtudes, todas las obligaciones y otras fantasías y prejuicios, no tendrán más remedio que admitirlo, porque dos y dos son cuatro. Esto 
pertenece al dominio de las matemáticas, y no hay discusión posible. 
«¡Perdone! -gritará alguien-. Usted no puede protestar: dos y dos son cuatro. A la naturaleza no le preocupan las pretensiones de usted; no le preocupan sus deseos; no le importa que sus leyes no le convengan a usted. Está usted obligado a aceptarla tal como es y a aceptar todo lo que procede de ella. El muro es un muro...», etcétera. Pero ¿qué importan, Dios mío, las leyes de la naturaleza y la aritmética si, por una razón u otra, esas leyes y ese «dos y dos son cuatro» no me complacen? Evidentemente, no podré romper ese muro con la cabeza, ya que mis fuerzas no bastan para ello; pero me niego a humillarme ante ese obstáculo por la única razón de que sea un muro de piedra y yo no tenga fuerzas para calvario. 
¡Como si ese muro pudiera procurarme alguna paz! ¡Como si uno pudiera reconciliarse con lo imposible por la sola razón de que se funda sobre el «dos y dos son cuatro»! ¡Es el mayor absurdo que puede concebirse! 
¡Cuánto más penoso es comprenderlo todo, tener conciencia de todas las imposibilidades, de todos los muros de piedra, y no humillamos ante ninguna de esas imposibilidades, ante ninguna de esas murallas si ello nos repugna! ¡Cuánto más penoso es llegar, siguiendo las deducciones lógicas más ineludibles, a la posición más desesperante respecto a ese tema eterno de nuestra parte de responsabilidad en la muralla de piedra (aunque está claro hasta la evidencia que no tenemos nada que ver con eso), y, en consecuencia, sumergimos, en silencio pero rechinando los dientes con voluptuosidad, en la inercia, sin dejar de pensar 
que ni siquiera podemos rebelarnos contra nadie, porque, en suma, no tenemos enfrente a nadie! ¡Y nunca lo tendremos, porque todo es una farsa, un engaño, un galimatías! No sabemos «qué» ni «quién», pero, a pesar de todos esos engaños y de toda nuestra ignorancia, sufrimos, y tanto más cuanto menos comprendemos. 



IV
«¡Ja, ja, ja! ¡Si es así, llegará usted a descubrir cierta voluptuosidad en el dolor de muelas!», exclamarán ustedes. Y yo les responderé que sí, que hay cierta voluptuosidad en el dolor de muelas. Yo he sufrido ese dolor durante todo un mes, y sé lo que digo. En estos casos no nos enfurecemos en silencio: gemimos. Pero estos gemido carecen de franqueza: hay en ellos cierta malignidad. Y ahí está precisamente el quid de la 
cuestión. Esos gemidos expresan la voluptuosidad del que sufre: si el enfermo no experimentara cierto  placer al quejarse, dejaría de hacerlo. Es un excelente ejemplo, señores, y lo voy a desarrollar. 
Estos gemidos expresan, en primer lugar, la conciencia humillante de la inutilidad del sufrimiento, su legalidad desde el punto de vista de la naturaleza, sobre la cual usted escupe, pero que le hace sufrir, mientras ella permanece impasible. Expresan también que usted comprende que el enemigo no existe pero no por eso deja de existir el dolor y que, teniendo tantos Wagenheim como tiene, es usted esclavo de sus muelas. Si a alguno de esos Wagenheim le da por ahí, sus muelas dejarán de atormentarle; pero si su 
propósito es otro, su dentadura le hará sufrir todavía tres meses más. Y si se niega usted a inclinarse, si protesta, no hallará otro medio para consolarse que darse de bofetadas o romperse los puños contra el muro 
de piedra. Pues bien, son precisamente estas crueles ofensas, estas burlas que se permite no se sabe quién, las que suscitan esa sensación de placer, que llega a veces a la voluptuosidad suprema. 
Les ruego, señores, que presten atención a los lamentos de un hombre cultivado del siglo XIX que tiene dolor de muelas desde hace dos o tres días. Entonces gime de modo distinto que el primer día, no sólo porque le duele, no como un grosero campesino, sino como una persona instruida, impregnada de la civilización europea, como un hombre «desligado del suelo natal y de los principios nacionales», como se dice hoy. Estos gemidos son malévolos, furiosos y no cesan de día ni de noche. Sin embargo, la víctima comprende perfectamente que no le sirven para nada. Sabe mejor que nadie que irrita y tortura a quienes le rodean y que se tortura a sí mismo sin provecho alguno. Sabe que el público y la familia ante la cual se lamenta escuchan con desagrado sus quejas, en las que no creen, y comprenden que podría gemir de otro modo, más sencillamente, sin afectación, sin esos gorgoritos y esas exageraciones provocadas por lamaldad... Y es que justamente en esa humillación a la que acompaña la clarividencia radica la voluptuosidad. «¿De modo que os molesto, que os desgarro el corazón, que impido dormir a toda la casa? 
¡Mejor, no durmáis! ¡Así os daréis cuenta de que me duelen las muelas! ¡Ya no soy para vosotros el héroe 
que pretendía ser! ¡Ahora soy un malvado, un bribón! ¡Mejor! ¡Incluso me siento feliz al ver que al fin me habéis desenmascarado! ¿Os mortifica oír mis gemidos? ¡Peor para vosotros! ¡Voy a lanzar un gorgorito más afiligranado todavía!» 
¿Continúan ustedes sin comprender, señores? No me extraña; para poder captar todos los matices de esta voluptuosidad sensual es preciso poseer una profundidad mental extraordinaria. ¿Se ríen? ¡Me alegro! Mis bromas, señores, son evidentemente de muy mal gusto. Además, son confusas y suenan a falso. La causa de todo esto es que no siento la propia estimación. Pero ¿acaso el que se conoce puede estimarse aunque sólo sea un poco?
(Continuara...) 

jueves, 9 de mayo de 2013

Entre las torres: noticias y mate pastor

Los Jueves se lo dedicaremos al deporte-ciencia, al Ajedrez. En la historica revista Leoplán, el maestro Roberto Grau se encargaba de realizarla. En esta ocasión, les brindaremos las noticias de la semana y contarles el jaque mate pastor,uno de los jaque mate más cortos que se conocen. 

El MI Sebastián Lermito se consagró Campeón Argentino Sub 20 al derrotar en match de desempate al MF Alan Pichot.
En el Sub 20 Femenino, Ayelén Martínez resultó ganadora al vencer a Betania Lozano en match de desempate.

Además se realizó en el Colegio San Martín de Avellaneda la segunda etapa del Circuito de Ajedrez Interclubes por Equipos. El Club Argentino estuvo presente con una nutrida delegación, logrando los puestos 1° , 3° y 4° de la clasificación general, además de ganar las Categorías Femenina y Sub 14. 

Estas son las posiciónes de la ronda 6 del interclubes: 
1
CAA-FAOGBA "B"650114.5010
2
Mariano Moreno "A"641114.009
3
FAOGBA - CAA "C"650113.5010
4
CAA-FAOGBA "A"650113.0010
5
Los Discipulos de Talar651012.0011
6
Bernasconi Blanco641112.009
7
JuegoCiencia Indigo650111.5010
8
Club de Ajedrez La Plata641111.509
9
JuegoCiencia "A"632111.508
10
Topo Club RECARGADO640211.508
11
Mariano Moreno "B"632111.008
12
Independiente631211.007
A continuación, el cronograma de los próximos torneos del Circuito Interclubes:
19 de Mayo: FAOGBA
09 de Junio: Círculo de Ajedrez de La Plata
14 de Julio: Juego Ciencia - Adrogué
11 de Agosto: Mariano Moreno
08 de Septiembre: Jaque Mate
13 de Octubre: Club de Ajedrez de Berisso
17 de Noviembre: ONG E. Lasker - Quilmes 

Por último tenemos que decir que El MI Leandro Krysa triunfó en el 44° Torneo Abierto Internacional Ciudad de Mar del Plata; en el cuarto lugar y a medio punto, se ubicó el GM Sandro Mareco. 

Ya dadas las noticias de la semana, les enseñaremos el mate pastor. 

El mate del pastor (también llamado mate pastorjaque mate del pastor o jaque mate pastor) es uno de los jaque mate más cortos que se conocen después del jaque mate del loco, y que ocurre tras los 4 primeros movimientos del blanco, y 5 primeros del negro, aunque con este último es menos frecuente. Ocurre tras las jugadas (en notación algebraica1.e4 e5 2.Ac4 Cc6 3.Dh5 Cf6 (también sirve 2. Df3) seguido de 4.Dxf7. Este mate puede darse con ligeras variaciones, pero la idea básica es que la dama y el alfil cooperen para atacar el punto f7, que es el más débil alrededor del rey, al estar defendido sólo por éste. De hecho, la idea de atacar f7 es muy típica en numerosas aperturas abiertas.  Es muy habitual que las partidas entre principiantes acaben con el mate del pastor. Sin embargo, es fácilmente defendible. Por ejemplo 1. e4 e5 2. Ac4 Cf6 lo impide, al evitar Dh5, y además cubrir el ataque contra f7 si el blanco juega Df3. O bien 1. e4 e5 2. Ac4 Ac5 3. Dh5 De7, defendiendo a la vez los peones e5 y f7 con la dama.
La combinación recibe el nombre de la leyenda popular de un rey aventurero que salió a cazar una mañana. En la travesía de vuelta, después de haber cazado un jabalí que pretendía asar a la brasa, divisó sentado en una roca al borde del camino real, a un pastor cuidando de tres ovejas. El pastor se entretenía jugando sólo al ajedrez, moviendo durante el turno de las bancas y las negras. El rey, confiado, retó al pastor: "Nadie en la corte me ha derrotado jamás" —dijo el rey—; "Entonces no seré rival para su excelencia" —respondió el pastor—. Pero ante la perplejidad de los nobles que acompañaban al rey, el hombre del sombrero de lana derrotó al monarca en cuatro jugadas. A partir de ese momento el rey desterró a los caballeros y cortesanos por dejarle ganar siempre, y nombró Duque del ajedrez al hombrecillo que jugaba sólo tutelando a su ovejas, añadiéndole el título de inventor del Jaque Pastor.